Verano de 1900. Un enigmático joven se instala en la colonia de artistas de Worpswede, cerca de Bremen. Es Rainer Maria Rilke, que se ha consagrado a su poesía como a una religión. A su alrededor orbitan la genial pintora Paula M. Becker y la escultora Clara Westhoff, que resisten en un mundo que quiere reducirlas a musas silentes. También, una figura algo menos carismática, narrador en la sombra de esta historia: el pintor y fundador de la colonia, Heinrich Vogeler, que pretende plasmar en un lienzo titulado Concierto la magia de sus amigos.