La España del exilio, la errante, la que peregrinó con el costado abierto y la frente enhiesta, la que llevó junto con su dignidad invicta, una mente refulgente y una probidad inatacable por caducidad o por prescripción, hermana ella indisputada de una honradez inalienable e imprescriptible, tuvo en el derecho, sin menoscabo de otros dominios del mismo o similar valer, una de las expresiones más representativas de su intelecto y de su cultura, disciplina que en sus manos trascendió fronteras políticas e ideológicas. Tomado del libro