Contenido: Bajó Zaratustra de la montaña
Los discursos de Zaratustra
De las transformaciones
De las catedrales de la virtud
De los trasmundistas
De los detractores del cuerpo
De las virtudes y las pasiones
Del pálido criminal
Del leer y escribir
Del árbol en la falda de la montaña
De los predicadores de la muerte
De la guerra y los guerreros
Del nuevo ídolo
De las moscas en la plaza
De la castidad
Del amigo
De las mil metas y la única meta
Del amor al prójimo
Del camino del hombre creador
De las mujeres viejas y jóvenes
De la picadura de la víbora
De los hijos y del matrimonio
De la muerte soberana
De la virtud dadivosa
El niño y el espejo
En las islas felices
De los compasivos
De los sacerdotes
De los virtuosos
De la chusma
De las tarántulas
De los famosos sabios
La canción de la noche
La canción del baile
La canción de la tumba
Del vencimiento de sí mismo
De los sublimes
Del país de la ilustración
Del conocimiento inmaculado
De los eruditos
De los poetas
De los grandes acontecimientos
El divino
De la redención
De la cordura
La hora más queda
El caminante
De la visión y el enigma
De la ventura no buscada
Antes de salir el sol
De la virtud empequeñecedora
En el monte de los olivos
Del pasar de largo
De los renegados
El retorno
De los tres males
Del espíritu de la pesadez
De viejas y nuevas tablas
El convaleciente
Del gran anhelo
La otra canción de baile
Los siete sellos (o la canción del sublime decir sí)
La ofrenda de miel
El grito de socorro
Conversación con los reyes
La sanguijuela
El mago
Retirado del servicio
El hombre más feo
El mendigo voluntario
La sombra a mediodía
La salutación
La cena
Del hombre superior
La canción de la melancolía
De la ciencia
Entre hijas del desierto
La resurrección
La fiesta del burro
La canción ebria
La señal
Resumen
Así hablaba Zaratustra es una prédica, si así puede decirse, de las concepciones filosóficas de Nietzsche. Podría decirse también, que se trata de un extenso poema en prosa, de una metáfora poética, en donde el poeta da a conocer sus más firmes y definitivas concepciones. Por eso, allí ocupan un lugar muy importante los discursos contra la sociedad: contra la pusilanimidad de los mediocres, contra la metafísica que desacredita el mundo, contra el ascetismo que nos acostumbra a la muerte, contra la vulgarización del pensamiento.
Para Nietzsche, la vida debe triunfar y el hombre liberarse con la Victoria sobre sí mismo, para así elevarse a la afirmación gozosa de su propia voluntad.
