En el Litoral Pacífico y Tumala, a los ojos de los niños, renacemos en la mañana, a la salida del sol azafrán –sobre la línea del horizonte- y los transparentes azules celestes y marinos, que colman el océano.
Veleros, canoas y remos, riman de olas el día. La mar nos dialoga. Y deidades de agua, tierra y aire, traen historias secretas de navegantes y pescadores.
Somos risas y juegos; las mujeres, cantos y memoria familiar. En grandes pechos y brazos negros se sostienen los días del trópico.
El habla es melodiosa contando bondades y maldades, fiestas, trabajo y sacrificios. Y los caminos nuestros son de arena y agua, por ellos circulan maderas olorosas, oro y pesca.