CONTENIDO:Un horizonte de problemas
La educación de la persona: cerebro, cultura e historia
Ontología de la formación: abrir la persona a sus posibilidades
Educar para la realidad y el ingreso en el mundo
Las emociones como condición del cuidado de sí y del aprendizaje
Narratividad, cuidado y formación de la existencia
La pedagogía social como cuidado de las relaciones
Los fines de la educación: profesionalización, especiali zación y formación de la persona
La vuelta a la experiencia y la comunicación educativa
La transmisión y el principio de reactivación título original: Fenomenologia dell´educaziones e de la formazione
Resumen
¿Por qué la filosofía debe pensar la educación y la formación? ¿Y por qué conviene que lo haga desde la fenomenología?
Una primera respuesta, casi espontánea, es que educación y formación son imprescindibles para la vida humana y su pervivencia. No en vano, educación y formación acompañan a las personas desde su ingreso en el mundo y recuerdan a cada una que están llamadas a abrirse a lo posible, a la potencialidad de su ser. Este es precisamente el criterio para distinguir entre aquello que forma a los individuos y aquello que los deforma.
Con vistas a comprender la educación y la formación para poder articularlas en la práctica lo más eficaz posible, la fenomenología ofrece un método que permite diferenciar entre el individuo concreto y su psique, ayuda a reconocer la estructura y el papel de las emociones, favorece la integración de los rasgos propios de la experiencia del otro y, en último término, ilumina el modo de relacionarse la educación y la formación con la tradición, categoría desde la que conectar entre sí a las distintas generaciones