CONTENIDO: PRIMERA PARTE
FEUERBACH Y NIETZSCHE
Trágico equivoco
Feuerbach y la ilusión religiosa
Nietzsche y la “Muerte de Dios”
La disolución del hombre
NIETZSCHE Y KIERKEGAARD
El origen de la tragedia
Mito y misterio
“La profundización en la existencia”
EL COMBATE ESPIRITUAL
El lugar del combate
El espíritu del cristianismo
SEGUNDA PARTE
Augusto Comte y el cristianismo
EL SENTIDO DEL ATEISMO COMTIANO
La ley de los tres estadios
La transición monoteísta
Más allá del ateísmo
Dios, Excluido y reemplazado
CRISTIANISMO Y CATOLISISMO
El cristianismo antisocial
Jesús y San Pablo
La obra del sacerdocio católico
Una santa alianza
TRANSPOSICIONES POSITIVISTAS
El verdadero positivismo
El sacerdocio de los sabios
Despotismo espiritual
La sociocracia
Conclusión
TERCERA PARTE
Dostoievski profeta
COMPARACION CON NIETZSCHE
Hermanos enemigos
La angustia de Dios
Frente a Jesús
LA QUIEBRA DEL ATEÍSMO
El hombre-Dios
La Torre de Babel
El Palacio de Cristal
LA EXPERIENCIA DE LA ETERNIDAD
Equívocas experiencias
Desdoblamientos y símbolos
El nuevo nacimiento CONTENIDO:Lo que encontraras y lo que no encontraras en estas paginas
Circunstancias de mi vida y vida interior
Desarrollo intelectual
Mirada a mí alrededor y al frente
Apéndice : anotaciones autobiográficas
Resumen
Con un estilo penetrante y lúcido, Henri de Lubac traza en este libro la semblanza espiritual de tres filosofías, centradas en tres nombres decisivos para la cultura moderna: Comte, Feuerbach, y Nietzsche. Las doctrinas de estos tres pensadores inspiran tres filosofías de la existencia social, política e individual, que hoy ejercen una influencia considerable sobre la vida misma. Humanismo positivista, Humanismo marxista y humanismo nietzscheano son, más que un ateísmo propiamente dicho, un ateísmo, y más concretamente, un anticristianismo, por la negación que hay en su base. Por opuestos que sean entre sí, sus mutuas implicaciones, ocultas o manifiestas, son muy grandes y tienen un fundamento común, consiste en la negación de Dios, coincidiendo también en su objetivo principal de aniquilamiento de la persona humana.
A los hombres de Comte, Feuerbach y Nietzsche se añade, en el estudio de Henri de Lubac, el nombre de Dostoievski con su imponente testimonio a favor de la fe. Dostoievski no es más que un novelista. No ofrece en modo alguno un sistema. No aporta ninguna solución a los tremendos problemas que plantea nuestro siglo la organización de la vida social. Pero de sus obras, de la magia incomparable de su literatura, se desprende con hiriente claridad esta verdad: que si el hombre puede organizar la tierra sin Dios, sin él no puede organizarla más que contra el hombre; que el humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano. ¿No es la historia contemporánea la confirmación trágica de esta intuición?
