CONTENIDO: El inestable mapa de la energía
POLITICA Y PRODUCCION
Historia de un problema, esperanza de soluciones
Una presa a medida de China
ExxonMobil conmociona a la sociedad papúa
¿Estrategia petrolera o política de paz?
Viaje al caos libio
En beneficio de los negocios
De cómo el Sahel se ha convertido en un polvorín
¿Quién capará las aguas del Nilo?
el petróleo no da la felicidad a Sudán del Sur
¿La potencia del átomo será renovable?
Nacimiento de un nuevo bloque de energía atómica en Europa del Este
A la conquista del Oeste
Y Buenos Aires (re)encuentra petróleo
El gobierno de México ha privatizado su petróleo
CIRCULACIÓN, ESPECULACION Y RECONVERSION
El gas de esquisto agita la geopolítica
La gran estafa del gas de esquisto
Chevron contamino pero no paga en Ecuador
La Europa energética entre competencia y dependencia
De Brest a Vladivostok, el “gran juego” alrededor del petróleo y del gas
Pyramiden, ciudad utópica
En Asia, Rusia empuja a China contra Japón
Visión apocalíptica y optimismo voluntario
Engranajes y estragos del movimiento perpetuo
Ahorrar más para contaminar más
La era del postpetróleo se gesta en California
Internet, una industria contaminante
Cronologías
Bibliografía
Resumen
En Europa y en el Nuevo Mundo, el capitalismo industrial, en dificultades por la penuria de mano de obra, procedió a sustituir por máquinas el trabajo humano. Con ello se impuso un modo de producción que engulle cantidades colosales de combustible. A lo largo de los siglos XIX y XX la población se multiplicó por seis, la esperanza de vida se duplicó y las necesidades crecieron a un ritmo desenfrenado. Para satisfacer esas necesidades se recurrió a materias abundantes pero no renovables y, en menor escala, a instalaciones hidroeléctricas, nucleares, eólicas. La explotación de estos recursos ha engendrado una industria ella misma globalizada, modelada por los intereses conjuntos del capitalismo y de los Estados. La obtención de dividendos cabalga sobre el mercado; la política favorece las estrategias de poder a costa de los intereses de los pueblos. Y, en la sombra de las catedrales industriales, el espectro de la guerra marca el paso a Prometeo.
