CONTENIDO:LAS INSTITUCIONES SON TROPOS
La deriva y la flecha
Derivaciones circulares
El linaje de las cosas
Spatio depellere paulum
La paradoja de la yema
Una escurridiza metonimia
Metonimias de continente y contenido, institucionales y de vínculo
Otros tropos espaciales y vinculares
Instituciones divinas
Metonimia y homonimia
LA METAMORFOSIS DE LAS DOS CIUDADES
Piratas, bandidos, hechos y valores
Homonimia y «valor»
Conceptos agustinianos
Politodicea y cortocircuito
La metonimia doméstica
Hogar, firma y marca
El mercado como metonimia y como metáfora
La homonimia del orden
La institución sin límites
El retorno de las dos ciudades
La espada moral del mercado
Sermo doctrinae, terror disciplinae
ESPACIO PÚBLICO Y TIEMPO PÚBLICO
Civitatis ipsius imago
El lugar de todas las cosas
Persona de Estado y persona de súbdito
Espacios de mandarines
La superstición de la transparencia
Expansión y aproximación
La superstición del interés común
La superstición del acuerdo
Lo público y lo pragmático
Retórica de la espontaneidad
El cómputo público del tiempo
Urgentes medidas desprivatizadoras
EL SÚBDITO, LA TEORÍA, LA IRONÍA Y LA JUSTICIA
El concepto y el mal
La curvatura de la justicia
El arquero doblemente diestro
La recta fortuna
Política y verdad
Ética de la mendacidad
El lenguaje político como práctica extorsionadora
La justicia de la teoría
Poética del súbdito
Resumen
Que no somos ciudadanos, sino súbditos, y que la ciudadanía constituye un ideal no cumplido es una afirmación con la que resulta fácil estar de acuerdo. Pero el presente libro sostiene una tesis todavía menos gratificante: la de que “ciudadano” y “ciudadanía” son, en sí mismos, conceptos mixtificadores forjados para maquillar el rostro deforme y monstruoso de lo político. Antonio Valdecantos sostiene que la dualidad de un orden secular y otro eclesiástico se transfiguraron modernamente en la de Estado y mercado, siendo este último el sucesor natural de la Iglesia. Así pues, la doctrina medieval de la supremacía del poder eclesiástico sobre el secular expresa la verdad de la dominación contemporánea, donde la potestad del mercado rige la esfera de lo político. Pero este libro no defiende ningún programa emancipador para instaurar un régimen de verdadera ciudadanía, sino que, por medio de una teoría alternativa del espacio, del tiempo y del lenguaje público, piensa las condiciones bajo las que el súbdito podría enfrentarse a lo político como a un mal definitivo e irredimible. Según Valdecantos, el día en que los súbditos repudiaran todo lenguaje legitimador y se burlaran de él sin reverencia alguna, estaríamos ante el modo de resistencia más insidioso y quizá, también, el más fecundo.
