Esta historia, ambientada en la Cali de 1990, nos enseña que el verdadero amor no tiene fronteras; que es una realidad que puede involucrar a ricos y pobres. Pero también nos enseña que los tentáculos del narcotráfico en Colombia amarran a todos por igual: niños y ancianos, empresarios y trabajadores, letrados e iletrados. Así, a través de Maritza, una joven de Guacarí; Felipe, un joven caleño de clase alta, y Yolanda, una joven guerrillera del M-19, se comprueba que el oscuro negocio del polvo blanco no sólo resulta mortal para todos, sino que en él tienen cabida tanto hermosas mujeres como hombres rudos, delincuentes comunes como guerrilleros profesionales, sicarios menores de edad como matones experimentados, y hombres de negocios como anónimos personajes de provincia. Todos, sin duda, tentados por el dinero fácil. Todos, sin duda, fascinados por el ¿poder nefasto y criminal del narcotráfico¿, como lo advirtió el inmolado dirigente Luis Carlos Galán Sarmiento. Un relato muy caleño, un relato muy valluno, un relato muy colombiano, que nos enseña que la vida sigue cuando la muerte se va, pero que también el verdadero amor se puede convertir en la historia de una obsesión fatal.