El presente artículo de carácter monográfico tiene por propósito desarrollar una discusión alrededor de las relaciones entre la dimensión emocional y el desarrollo de una patología corporal específica, a saber: el cáncer de mama. Desde hace muchos años y para muchos enfoques de la psicología y para algunos de la medicina, es innegable la relación existente entre el cuerpo físico y el ¿cuerpo emocional¿, las denominadas medicinas alternativas han insistido en esa perspectiva integracionista a veces denominada también holista. La historia de la psicología ha estado atravesada, sin lugar a dudas, por la discusión sobre la relación cuerpo-mente heredada de los orígenes filosóficos de la disciplina, principalmente de los planteamientos platónicos versus los aristotélicos, alrededor de los cuales se discute si el cuerpo es la cárcel del alma o es por el contrario su campo de despliegue. Más contemporáneamente, en la medicina comportamental y en el psicoanálisis se han desarrollado una serie de investigaciones que se pueden englobar bajo el amplio campo de las reconocidas enfermedades psicosomáticas, siendo menos frecuente hoy que se perciba de manera aislada la dimensión psíquica (incluida la dimensión cultural) de la dimensión corporal, en la explicación de los fenómenos de enfermedad. El cáncer, por tratarse de una enfermedad particularmente avallasadora, y para la cual aún está en discusión si existe una cura o no, también ha sido objeto de discusión en relación a su componente emocional, en algunos casos ciertos autores conciben que las emociones son factores determinantes del cáncer, y para otros no son más que simples detonadores; de ésta discusión trata el presente artículo.
