La modernidad arquitectónica necesitó una piedra de toque para verificar su arquitectura. Si pensamos en Le Corbusier, Oud o Aalto su referente no fue la Roma de la academia de Beaux-Arts (contra la que lucharon), fue la Grecia clásica. El libro que mejor ha explicado esta mirada a la arquitectura clásica durante ese periodo es el de Martienssen.