«De repente, vi la figura de un hombre en la distancia. Avanzaba hacia mi posición con velocidad sobrehumana. Daba brincos sobre las grietas del hielo, donde yo había caminado con sumo cuidado;su estatura, pude comprobarlo a medida que se acercaba, sobrepasaba la de los hombres. Temblé; la vista se me nubló y me sentí desmayar, pero los vientos helados de la montaña lograron restaurarme. Me di cuenta, a medida que la figura se acercaba, de que se trataba del demonio que había creado. ¡Vaya visión tremenda y aborrecida! Comencé a temblar de rabia y horror, pero tomé la decisión de esperar su acercamiento, para luego trenzarme con el en un combate mortal».