El objetivo del presente ensayo es reflexionar sobre el modo como la investigación en filosofía –especialmente la investigación formativa que se lleva a cabo en un doctorado– es, por un lado, una experiencia erótica, pues el filósofo es siempre un principiante que está jalonado por el ansia de infinitud y, a la vez, por el hecho de no poder avanzar sino de parcialidad en parcialidad; y, por otro, una experiencia de la amistad, pues el trabajo de pensar jamás se hace en solitario, sino que implica la compañía, el amparo de un interlocutor que amorosamente recrea con sus palabras una constelación de sentido que nos revela queno sabemos. Veremos entonces que lo que está en juego aquí es la invitación a considerar que la realización de la investigación de una tesis doctoral en filosofía es auténtica experiencia de amor, encuentro y compañía.