CONTENIDO: OTRA FORMA DE VER LOS MISMO CUENTOS DE SIEMPRE
La llave de oro: O el eterno recuento de nuestros cuentos
Pulgarcito: La magia y el poder
Piel de asno: O la tradición del incesto
La Bella y la Bestia: Publicidad para una sumisión
Caperucita roja: La búsqueda de la identidad sexual
Barba Azul: El monstruo y el interdicto
El flautista de Hamelin: O la mayor mentira jamás contada a los niños
La Bella Durmiente: O la fijación del estar femenino
Cenicienta: Triunfo y advertencia del amor
La Sirenita: El carácter de la aventura en estado puro
El patito feo: Un falso marginado
Blancanieves: El camino del horror en busca del destino o del trono robado por las hijas
El soldadito de plomo: O de la tragedia clásica en la caja de los juguetes
Hänsel y Gretel: El terror como camino del maduración
Los seis cisnes: La sombra del animal que somos
ASPECTOS TÉCNICOS DE LA NARRACIÓN
El héroe necesario
Del pícaro al detective: El héroe cotidiano
Ellas, las heroínas del estar
El odiado y necesario traidor
Los secundarios: De cómo el autor se convierte en personaje
De la importancia de los signos sobre el personaje
Los secundarios, ¿son realmente secundarios?
Músicos, espejos, anillos…El lenguaje simbólico de los cuentos tradicionales
Literatura para consolar inocencias: A modo de reflexión final
Resumen
La verdadera historia de los cuentos populares es un riguroso y bien documentado trabajo sobre los personajes (héroes, heroínas, traidores y demás personajes secundarios), el simbolismo y la función de los cuentos. Dependiendo del origen de los cuentos, los personajes y la propia historia tendrán simbologías diferentes. Pero todas las historias, sobre todo aquellas que nos llegan a través de la tradición oral, están marcadas por las circunstancias sociales del momento, por las necesidades que impulsan al colectivo a volcar en palabras, avisos, angustias, tradiciones… Cuando se realiza a través de la escritura, el modo culto, oficial y privilegiado, se utilizan mitos que simbolizan y fijan con fuerza en la mente infantil y juvenil aquello que sus autores o autoras quisieron reflejar. Sin conocer este origen “necesario”, la comprensión del relato pierde gran parte de su carga dramática, tornándose, cuando menos incomprensible, ridículo en otros casos, excesivo y cruel en casi todos. De todos los estudios realizados sobre los conocidos, leídos, tergiversados y edulcorados cuentos, apenas se han divulgado nada más que algunas anotaciones de antropología social sobre el mundo en que fueron creadas esas narraciones. Tal vez por ese desconocimiento, o por simple olvido, sea tan difícil comprender algunas de sus claves; tal vez por eso, la interpretación que de ellos se ha hecho no obedezca a la realidad de su tiempo, sino al deseo de nuestra propia realidad. Es decir, los miramos desde un tiempo, el nuestro, que, por fin, ha concedido derechos a la infancia. Por todo eso, hoy tal vez más que en otros momentos históricos, recuperar una lectura diferente de nuestra inmensa tradición oral, resulte más urgente que nunca. Es importante conocer qué querían contar y porqué cuentos como: El flautista de Hamelin, La bella durmiente Pulgarcito, Caperucita roja, Cenicienta, Barba azul, La Sirenita, Blancanieves, Hansel y Gretel , ... El arte nunca se nutre de la inocencia, por más que pretenda mostrarla. Pero niñas y niños suelen ser jueces implacables. Les mostramos un escenario perfecto, fingimos nuestros personajes, impostamos la voz y las frases. Pero ellos perciben esa ligera fisura entre el escenario y la tramoya capaz de desmoronar la ilusión de la obra escenificada.
