El discurso contemporáneo empuja al goce. La pérdida de grandes referentes ordenadores de las sociedades, consecuencia del avance y primacía de la ciencia y la tecnología, del dominio de la sociedad de consumo y la globalización, transforman la subjetividad y sus expresiones del malestar. Frente a la fragmentación y volatilidad de los referentes y los vínculos sociales, la proliferación de objetos que prometen satisfacción plena y la proclama del individuo como valor absoluto, surge una forma sintomática privilegiada: la
adicción, modalidad que cifra la sumisión y la rebeldía del sujeto a la demanda voraz del Otro de la época, el mercado. Se interroga la
función de la marca y del daño al cuerpo, totalmente comprometido en ese goce desbordado