Este texto cuestiona la oposición radical entre inhibición y acto a partir de una intrincación temporal que nos permite descubrir en la
inhibición algo de “la luminosidad del acto” y en el acto, algo de “la inhibición atenta”, aplicada, que exige toda realización. La inhibición mantiene en reserva la sombra del error; el paso al acto y el acting out no son sino un franqueamiento forzado del deseo, y en ellos el sujeto, por evitar el error y la angustia, termina perdiéndose. Al mismo tiempo, la inhibición, esa especie de tiempo de comprender, presiente y da su verdadero valor al acto. La experiencia del pase revela la importancia de mantener la discontinuidad que da al deseo del analista, a su singularidad, su dimensión de acto más allá de toda lógica deductiva. La clínica del acto permite reinventar el saber
analítico, tejiendo una nueva forma de temporalidad y espacialidad para el acto.