La indiferencia como respuesta ante las situaciones de horror que provoca la guerra llega a adquirir diferentes funciones. Puede ser un indicador del resguardo necesario para tramitar lo traumático de los acontecimientos, también un modo de desmentir la responsabilidad de estos o bien ser un instrumento siniestro de poder destinado a garantizar la eficacia de quienes ejercen la violencia, neutralizar las respuestas del medio social y marginar las reacciones posibles de las víctimas. Se destacan los recursos que aportan el psicoanálisis, la creación ficcional del arte y, en particular, los esfuerzos de legitimación de la justicia para paliar los efectos iatrogénicos de la indiferencia.