Indiscutiblemente el maravilloso valor de la literatura no reside precisamente en el hecho único de ser una fuente de información y en constituir una parte del acervo de conocimiento de la humanidad. Ésta sólo alcanza su mayor sentido si contamos con un lugar dónde ubicarla. La cultura sólo puede dejar de ser un cúmulo de saberes que socialmente son necesarios o tienen un carácter prestigioso si se cuenta con un espacio en el cual convertirla en experiencia, en el cual pueda convertirse en propia, en la que pueda adquirir sentido.