Vivimos en un contexto educativo aun inmerso en una modernidad propuesta por la ilustración francesa y la industrialización del siglo XIX. Dicha propuesta caduca con las situaciones cada vez más cambiantes por parte de nuestros estudiantes y las realidades que los rodean que al no atenderse generan crisis. Se requiere plantear ya no una racionalización de la institución educativa como impartidora de información sino también de una racionalidad de la institución educativa como generadora de formación. Para esto se puede tomar como punto de partida las prácticas humano-vitales aportadas por la psicología transpersonal. El aporte consiste en ofrecer en conjunto diversas estrategias del ámbito transpersonal que ayuden a dar un sentido de formación en el estudiante. Se ofreció un taller de práctica experiencial conformado por estudiantes universitarios en el que se desarrollaron diferentes tipos de ejercicios que buscaban integrar las dimensiones de mente-emoción, cuerpo, ego y dimensión transpersonal y que se espera tengan una equivalencia formativa en la psiquis de los asistentes.