Alicia era una niña común y corriente: imaginativa, curiosa y con sed de aventuras. Luego de seguir a un conejo adentro de su madriguera, Alicia descubre un mundo mágico gobernado por una reina despiadada. Un mundo donde habita una oruga parlante, un cachorro tan grande como una casa, y un gato de Cheshire que aparece y desaparece en un parpadeo.