En la trastienda de las sociedades residen algunas verdades que se apartan de casi todo escrutinio empírico y conceptual. Sin ser su falta de inscripción simbólica ni su extraña configuración lo que las hace permanecer en esa especie de umbral, comparecen bajo la forma de propiedades ontológicas que finalmente establecen una circulación pulsional bastante específica. Ante uno de esos códigos inadvertidos de la cotidianidad colombiana —el apelativo “veci”—, hemos decidido colegir algunos vectores de análisis que, conjugando las vías psicoanalíticas y filosóficas, podrán situarnos ante nuevas conclusiones sobre el enlace sostenido de enemistad y violencia.